Es una de las sopas más típicas, más deliciosas y más económicas de preparar. Cuando hablo de éste tipo de preparaciones tan nuestras, me remonto a los bellísimos paisajes boyacenses, mi papá es de ese departamento, de un pueblito llamado Samacá. Pienso en nuestros campesinos, hombres dedicados al campo y su tierra, sus niños con cachetes rojos y caras felices y mujeres fuertes, dedicadas a sus labores del hogar y a cocinar en su fogón de leña que a todo le da un sabor tan especial.